Una historia de fantasmas, el eje de “Todas las noches del día”
Escenarios

Una historia de fantasmas, el eje de “Todas las noches del día”

Por una corta y segunda temporada, la obra que narra un thriller botánico, evoca a una historia de amor que cautiva al espectador.                                               

En Todas las Noches de Día , Conejero construye una historia de fantasmas trasvasando homenajes a Pinter, a Tennessee Williams, a Cocteau, a Sylvia Plath, al Lorca de Doña Rosita la Soltera y, por qué no, a El Jardín de los Cerezos de Chéjov. El resultado es un melodrama exquisito salpicado de tragedia. En él, Samuel -un jardinero poeta- y Silvia -una hermosa y herida solterona- inventan su propio lenguaje en torno a un relato que podría ser una historia de amor, pero sobre todo es una historia de cuidado y entrega. Todo ocurre en el invernadero de la casa de Silvia. En la provincia de un tiempo sin tiempo. Podrían ser los cincuentas, podría ser hoy. En el confinamiento de este espacio único, lleno de vida vegetal y habitado por la muerte, se desarrolla un thriller singular, un thriller “botánico”.

Sin embargo, este fresco poético-fantasmagórico cobra una vigencia desgarradora hoy y aquí ya que su tema poco tiene que ver con la poesía, los fantasmas o el melodrama. Todas las Noches y un Día trata sobre la violencia contra la mujer, sobre el abuso y la violación; y sobre las secuelas que esa herida deja en sus víctimas y seres queridos.

“Montar este texto me da la oportunidad de volver a sumergirme en la poética de Alberto (le dirigí una versión que hizo de El Otro de Unamuno en Madrid hace un par de años) que pareciera tener línea directa con mi subconsciente. Me permite volver a dirigir una obra para sólo dos actores en un espacio íntimo donde la escena se borda en un entramado de palabras, silencios, emociones, pensamientos, imaginaciones; una oportunidad para volver al teatro en estado puro. Me desafía a construir un universo muy sofisticado, muy detallado, con la apariencia de gran simpleza. La virtud y dificultad de esta obra (y del espectáculo que me imagino) es que el director de escena debe hacerse invisible para conseguir auténtica profundidad en el complejísimo juego actoral. Sin embargo, la obra es intensamente atmosférica, sensorial, referencial. Quisiera poder construir más que un espectáculo, una atmósfera. La memoria dislocada provoca instantáneas de lo inolvidable. Me imagino que todo ocurre en un rincón perdido de un profundo México rural. En muchos tiempos que son hoy y que son siempre. Una película de los cincuentas que vibra con la ambigüedad de un sueño rulfiano y la urgencia de una nota roja. Una atmósfera que dé soporte y trampolín a mis actores.

Imagino un espacio muy simple. Esencial. En absoluto decorativo o masivo.  Un espacio orgánico que contenga esos elementos de realidad que sirven para reconstruir los sueños: el agua, la tierra, una mesa, dos sillas, el tocadiscos. No mucho más. Imagino un viaje musical/sónico bastante elaborado, pero sutil. Un trasfondo de texturas sonoras que conectan los fragmentos del relato y los viajes interiores y exteriores de los personajes. El clima del cosmos, el clima del alma. Me imagino al público muy cerca de los actores. Me imagino una regadera de plantas bajo cuya lluvia bailan Silvia y Samuel al compás de un disco que se reproduce en una tornamesa sin tiempo. Atmósfera. Atmósfera, subconsciente y juego actoral” señala el creativo.

La obra se presenta en el Foro Shakespeare, los miércoles de abril a las 20.30 horas, imperdible.

@foro.shakespeare

@robertoyanezeditor

robertoyanez.editor@gmail.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *